miércoles, 30 de mayo de 2012

Agua

todo es líquido corriendo hacia arriba
agua densa arrastrando piedras
baba translúcida contorneando arena

todo es fluir eterno de labios húmedos
hilos de luz en el piso de madera
agua el fuego naranja que mis pies irradian
señalando verticales el infinito

incluso tus manos abriendo círculos en el aire
el latido raspado sobre mis hombros
incluso mis piernas cruzando la habitación
la sonrisa de reojo que te busca  

todo es agua que moja y confunde,
voces prohibidas bañándose en mi cama

domingo, 27 de mayo de 2012

Desde la última espera
el tiempo abrió su boca como una madre
y tomé entre mis manos
toda el agua de mis ojos.
Un cuerpo extraño lloró desamores
cuando aprendí a secarme
con harapos de un vestido.

Es otra la piel que marca el pulso
en las infinitas esquinas de mi sueño. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Una puerta

Una puerta puede abrirse al desierto
y seguirá siendo puerta.
Pero si en cambio se abre al rio
y el agua entra empujando al viento
y la casa entera es cauce y orilla,
entonces
la puerta será palabra
y la palabra balsa donde recostarse
al calor de una promesa.

jueves, 10 de mayo de 2012

Linea imaginaria

Llegará desde la tierra donde no existen las estaciones una palabra que tendrá en su costado todo el fresco del otoño nacido campo abajo. Mientras tanto crece la selva que nombro en las habitaciones de mi casa desolada y se tiñe de amarillo el blanco de las paredes.
El  recuerdo aparece en la tarde ensanchando aún más el cielo y a veces es tan ardiente y hondo que basta con su huella para encender el tiempo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Algunas pieles

hay un universo de espumas en su espalda
que nadie despierta
y cuando se hace de noche
pregunta

hasta cuándo la ausencia de caricias
acechando a metros indecibles de su contorno

hasta cuándo la escasez de otros
carcomiéndole los pies en el invierno prematuro

algunas pieles soportan demasiado
quizás no deberían

miércoles, 2 de mayo de 2012

Respuesta

Ya sé, no van a venir.
Cómo no saberlo si fui yo quien decidió salvarlos
de la noche que empezaba entre los pliegues fríos de un puño
y nadie sabía donde terminaba.
Tampoco me quedé a averiguarlo.
Al irme los llevé conmigo
y ahora no están, no vendrán.
Les negué en el quejido de mi última palabra,
en el abandono helado del infierno, 
la posibilidad de vivir.
No se harán carne en otro deseo,
y sin nacer
no podrán siquiera morir.