martes, 25 de septiembre de 2012

lo que el invierno en los árboles
esa noche
la noche
en tu cuerpo
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   .
      .
        en
            mi
cuerpo

lunes, 17 de septiembre de 2012

Retrato

Supongo que asomé y dolían los parpados, supongo que hablaban y no entendia – entre ellos tampoco se entendían pero aún no lo sabían. Sospecho que el calor era un abrazo y luego el frio y otra vez el abrazo. Supongo que su pecho y el olor de la vida, supongo que mi cabeza se perdía en su mano.
Supongo, sospecho con la fuerza de un deseo que el universo terminaba en la punta de mis dedos aunque no hubiese punta, aunque sólo hubiese sido presencia de limites inconclusos.
Los fresnos trajeron el borde y la certeza del otoño, inmensos fresnos delimitando el tiempo, nombrando en su color los despertares de la vida. El crujido bajo mis pies, el agua en las esquinas, el verde a cada lado de la vereda como una continuación silenciosa del juego compartido. La risa ancha, la mesa ancha, todo el domingo infinito repetido y multiplicado en nuestros cuerpos mínimos sacudiéndose al sol.
Un pasillo a la incógnita como un arroyo invitando al riesgo de cruzarlo riendo, creyéndonos en el andar necesariamente invencibles. No lo éramos, pero si aprendimos a serlo fue en puntitas de pie contendiendo la risa para soltarla del otro lado.