jueves, 5 de enero de 2012

Mujeres/3

En el trabajo de Ana si vas enfermo te dan un premio.
Hubo un año en que sufrió tanto que le pesaba todo el cuerpo mientras firmaba la asistencia, amanecer era la triste confirmación de no haber muerto la noche anterior.
            A media mañana lloraba encerrada en el baño, mordiéndose los labios y mojando el uniforme con lágrimas oscuras. Tenía las manos ásperas de arar heridas y las cicatrices abiertas burlando el tiempo. Los párpados hinchados le tapaban los ojos y caminaba rozando las paredes por miedo a caer.
No faltó un solo día al trabajo.
Al llegar diciembre apenas podía respirar cuando la nombraron empleada del año y le entregaron el cheque.

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