defender la presencia contra toda virtualidad, levantar tu olor como bandera frente a las pantallas frías tocar lo que no se agota en la imagen hacer del cuerpo trinchera
El juego se trataba más de la tierra que entraba por el corte de la chapa y ensuciaba los pantalones que del camino que dejábamos mientras mi primo nos arrastraba. Hacia adelante se abría el campo y no quitaba mis ojos de la chapa y su bruma. Hoy la llanura, o su recuerdo, huele a metal.