Un contador público bien podría ser un narrador de cuentos en espacios no convencionales, un hombre que se sienta en las plazas y las estaciones de colectivos a contar historias que escribieron otros. Pero este es apenas un cincuentón que levanta su copa para exigirte que trabajes más y mientras brinda se le abren surcos en el estómago, grietas inmundas por donde le supuran los amores que encerró en el cuarto de servicio. ¡Salud y próspero año nuevo!
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